Opus signinum (pavimento ostráceo)

El pavimento conocido por su denominación latina de "Opus signinum" ("pavimento ostráceo", o pavimento de cascotes), era la fórmula más común que, en la arquitectura romana, se utilizaba para el solado de las estancias funcionales, y ámbitos secundarios de las residencias opulentas (cocinas, almacenes...).

Sobre un suelo nivelado y uniforme, se disponía el pavimento, que constaba de tres capas o niveles superpuesto:, el inferior, el más grueso, denominado Statumen se conformaba a base de piedras de mediano tamaño, compactadas con tierra o arcilla plástica; sobre éste, se disponía, otra capa, más fina, la Ruderatio, formado por piedras de pequeño tamaño (lascas procedentes de restos de labra de los materiales del propio edificio), aglutinada, en este caso, con mortero de cal; sobre este firme se disponía la última capa, denominada núcleo, elaborada disponiendo cascotes cerámicos diversos (fragmentos de tégulas, ladrillo, ánforas cerámicas...), en una capa de mortero calizo al que se agregaba ladrillo machacado y, en ocasiones, polvo de mármol, con el que se conseguía un solado muy resistente, funcional y aparente, que, además, se podía pulimentar, por lo que, quienes lo veían, afirmaban que se asemejaba a un suelo de jaspe.

En época asturiana, las calidades variaban, desde pavimentos ostráceos de tosca apariencia, hasta ejemplos que debieron tener gran calidad, como testimonia en su "Viaje Santo" Ambrosio de Morales al referirse al pavimento de la Cámara Santa, del que afirmaba era de inferior calidad al de la basílica de San Salvador, del que en su época se conservaban fragmentos.

Estructura de un pavimento de "Opus signinum". Explicación gráfica.