La edificación de la "torre vieja" de San Salvador, al objeto de asegurar el acceso a la basílica desde el sur, arruinó las dependencias catedralicias allí existentes desde, al menos, finales del s. IX, que, a partir de entonces, tan solo se utilizaron con fines funerarios. Sin embargo, las fuentes documentales y arqueológicas establecen que, en la parte meridional de este solar, se encontraba en funcionamiento a principios del s. XI este establecimiento monástico, de carácter propio, perteneciente a la hija de los condes de Oviedo (Gundemaro y Muniadomna), Gontrodo Gundemariz, quien lo solicitó en préstamo a San Salvador en 1036, restituyéndolo a la catedral, próxima a su muerte, en 1075.