Los restos arqueológicos referenciados acerca de la muralla de Alfonso II son, además de hipotéticos, muy escasos, adoleciendo además, para una identificación fiable, de una conveniente campaña de excavaciones arqueológicas centradas en una documentación arqueológica completa y fidedigna de los yacimientos identificados como posibles o probables, además de en la comprobación arqueológica de las hipótesis más probables de entre las expuestas por los diferentes autores.
Los restos excavados hasta ahora probablemente identificables con el muro del atrio catedralicio, atribuible a Alfonso II son dos:
Fragmento de muro, de más de 3 m de longitud y más de 1 m de anchura, en la orilla E de la calle de San Juan, ante la puerta de la capilla de La Balesquida. Visible durante las excavaciones arqueológicas de seguimiento de obras en la década de los 90 del pasado siglo XX, en la actualidad se encuentran de nuevo enterradas bajo el pavimento de la calle de San Juan.
Posible fragmento de muro en la calle de San José, frente a la casa sacerdotal, en la medianera entre dos conocidos establecimientos de ocio nocturno y una casa de viviendas modernas: de unos 2 m de anchura y unos 3 de alto, se distingue perfectamente entre los muros de edad Moderna/Contemporánea que lo acotan por los lados N y S, apareciendo a documentación de Edad Moderna nombrado como “Puerta Vieja de la Viña” (Casielles, 1959).
Sin embargo la publicidad que recibió en su día la noticia, donde se deba el hecho por seguro, no consideramos que deban tenerse por restos de la muralla de Alfonso II los aparecidos bajo el lienzo E del claustro moderno del monasterio de San Vicente de Oviedo, hallados durante las obras de rehabilitación del mismo para establecer el nuevo Museo Arqueológico Provincial de Asturias, en las que se identificaron como pertenecientes a un “bastión”, del mismo. Las razones de nuestro rechazo a tal hipótesis se encuentran expuestas en nuestras publicaciones referentes a la muralla citadas en la bibliografía.