En el recinto cercado de la Civitas Episcopal, así definido, se abrían varias puertas, identificables a través de referencias documentales, algunas de ellas especialmente claras y reiterativas, respecto a la ubicación de las mismas.
Frente a la puerta principal de San Salvador, delante del actual imafronte de la iglesia de San Tirso, se situaba la denominada Puerta Rutilante (brillante, o rojiza), calificativo que podría aludir a algún tipo de pintura o revestimiento mediante planchas metálicas de la misma, nada extraño, si pensamos que se trataría de la puerta principal de acceso al recinto catedralicio. En sus inmediaciones, las referencias medievales hablan de cubos de muralla, y de la presencia de un acueducto, y de los caños de una fuente abastecida por el mismo. La documentación medieval alude además a la existencia de una inscripción epigráfica con la cruz, "Signvm Salvtis", típica de los monarcas asturianos, ubicada, previsiblemente, sobre el arco de entrada, o en algún otro situado en el trayecto de la vía existente ante la puerta.
En el mismo lado de la muralla, hacia su borde NO, las referencias documentales medievales sitúan la Puerta de Santa María ("arco per hu van a San Joán"), ante la cual había una pequeña plaza, o cantal, de donde partía la calle que se dirigía hacia el palacio real y el alcázar, al O, y, a travesando la misma, se encontrarían, sucesivamente, el monasterio de San Juan Bautista, la basílica de Santa María, la iglesia mayor de San Salvador, y la iglesia de San Tirso.
Descendiendo hacia la calzada mayor, que discurría por el lado N de la "cívitas", y girando hacia el E, a lo largo del recorrido de la muralla, llegaríamos, en el borde NE de la misma, a la Puerta de la Noceda, como se la conocía en época medieval. Por ella se accedía a la ciudad desde los palacios de Alfonso II cerca de Santullano, encontrándonos, a partir de la entrada, con las iglesias de San Juan Bautista, baptisterio de la Catedral, monasterio de San Vicente, y plaza ante los palacios episcopales.
Situados en el extremo E de la plaza ante los palacios episcopales (desde la Edad Media "Corrada del Obispo"), se saldría de nuevo de la ciudad por la Puerta de Sansón, denominación que obedece a la fuerte influencia de la terminología veterotestamentaria en la toponimia de los conjuntos catedralicios medievales.