Salutatorium

El edificio conocido en las fuentes cronísticas cristianas tardo-antiguas y altomedievales como Salutatorium (apareciendo a veces como Secretarium), pertenece a la categoría de las dependencias públicas -muchas veces de carácter representativo o protocolario- de los conjuntos catedralicios, monásticos, o de las grandes basílicas martiriales paleocristianas, apareciendo documentado en las mencionadas fuentes desde fines del s. IV de C., caso de la Basilica Martyrum, fundada por San Ambrosio en Milán, extendiéndose pronto el modelo a Rávena o Roma, con el ejemplo de Sancta Maria ad grada, fundada por el Papa León III en el atrio de la basílica Vaticana, en Roma.

Se trata de una construcción ubicada, por lo general, en el pórtico del atrio de una basílica, o, con carácter más tardío, en el interior del mismo, cuya ubicación define sus características: edificio de dos pisos, con la planta baja porticada en arquería, para permitir el acceso al atrio, planta principal que alberga la sala de representación, a la que se accede por una, o dos, colocadas axialmente, escaleras ubicadas en anexos laterales. Su función se relaciona con las ceremonias episcopales de recepción de personajes importantes.

La tipología del edificio es de claro origen romano, asociada a las ceremonias de recepción de las autoridades políticas imperiales por parte de las eclesiásticas, al efectuarse el ingreso en los atrios de sus basílicas. Así, por ejemplo, San Ambrosio de Milán recibe, a fines del s. IV, al emperador Teodosio en el Salutatorium, sin cuya ceremonia no se considera lícito que el dignatario ingrese en la basílica; del mismo modo ocurre en los monasterios, donde los abades reciben en este edificio de protocolo a los obispos, presbíteros, y demás clero secular; y en los femeninos de clausura, es el lugar donde las abadesas reciben a las dignidades clericales y laicas, y las monjas a las visitas. Se da el caso de que, en ocasiones, junto con el Secretarium, puede servir de tesorería de la iglesia, de repositorio de reliquias, e incluso de residencia o sede ocasional del obispo.

En Oviedo, es perfectamente identificable con esta tipología el edificio de planta rectangular y dos pisos que, en época de Alfonso II, se situaba al S de la iglesia de San Salvador, con pórtico abierto sobre arcos de medio punto, y piso alto sobre la misma; se encontraba flanqueado por el O y el E por sendos cuerpos cuadrados, donde el ubicado al O albergaría las escaleras de acceso al mismo, siendo el E. la torre de San Miguel, a la que, posteriormente, bajo el reinado de Alfonso III, se adosaría la Cámara Santa. Dentro de las funciones de esta edificación, resulta muy probable asociarlo, además de con las protocolarias, con la de servir de antesala a la dependencia que albergaba, bajo Alfonso II -y, por tanto, antes de la construcción de la Cámara Santa- el Arca Santa, y que serviría para articular, por tanto, la exposición de la misma en el marco de una probable ceremonia de recepción episcopal, que tampoco excluiría la presencia allí de un oratorio. Esta construcción, y su marco funcional, desaparecieron con la construcción de la torre vieja de San Salvador, lo que anuló la función de pórtico monumental -por el que se penetraba en el atrio catedralicio desde el S- de su planta baja, trasladándose sus funciones al E. al nuevo edificio de la Cámara Santa, a fin de dotar de mayor seguridad a su acceso, ya que al oratorio episcopal de la misma -heredero de las funciones del Salutatorium anterior- se accedía por el N, desde el interior del atrio de San Salvador, sustituyendo al acceso exterior de época de Alfonso II.

Esta argumentación, apoyada en pruebas objetivas y respaldada por la arqueología, viene a sumar sus postulados a otros expuestos en su día (G. de Castro, 1995), desmintiendo la infundada interpretación dada en su día por primeros excavadores de estos edificios (Hevia, Buelta; 1984), al considerarlos palacios reales de Alfonso II, ya que todos los indicios apuntan a dependencias, bien documentadas, de carácter religioso, propias de este tipo de conjuntos catedralicios desde la época del Bajo Imperio Romano, extendidas por todo el ámbito europeo en la Alta Edad Media.

Probable Salutatorium de San Salvador de Oviedo, desde el S Explicación de su configuración
Salutatorium de la abadía de Lorsch (s. IX) Explicación de su configuración

Santuario

Las premisas teóricas de la arquitectura clásica llegaron a los tiempos altomedievales, en la Hispania Visigoda, a través de la inclusión que, de los preceptos arquitectónicos de Vitruvio, realizó San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías.

Así, la denominada Venustas (adorno, decoración), era la que junto con la Simetría, servía para conseguir el que la obra transmitiera la Euritmía (sensación de belleza y armonía). Este léxico encuentra en la arquitectura religiosa su expresión en el santuario del templo, en el que se concentran la decoración y los materiales lujosos.

Esquema básico de un triple santuario monástico, típico de los templos mayores del Reino de Asturias. Vista del triple santuario de la iglesia de San Julián de los Prados. Iglesia de Santullano, donde se destaca un santuario.

Signum Salutis

Se conocen con esta denominación, por su mención de ese modo en la diplomática altomedieval, los epigramas monumentales en los que figuraba el signo de la cruz, colocados a modo de emblema por los príncipes de la monarquía asturiana sobre los accesos, o lugares destacados de los edificios y monumentos, con finalidad apotropaica (de protección), a fin de conmemorar la fundación de los mismos.

Aunque se ha intentado personalizar estos emblemas epigráficos en los que figura la cruz, con el reinado de algún rey (en concreto con Alfonso III, desde tiempos de los cronistas-historiadores de los siglos XVI-XVII: Ambrosio de Morales, Tirso de Avilés, Luis Alfonso de Carvallo), lo cierto es que se trata de una práctica común, con origen en el empleo como insignia del lábaro por Constantino y sus sucesores en el Imperio Romano cristiano, acompañado de la leyenda "IN HOC SIGNO VINCES", que en el Reino de Asturias se sustituye por una fórmula litúrgica del Liber Ordinum Episcopal ("Ordo quando sal ante altare ponitur antequam exorcicetur") (G. DE CASTRO, 1995), con la conocida fórmula "HOC SIGNO TVETVR PIVS, HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS...", que aparece en la "Cruz de los Ángeles" (Alfonso II, 808), en la "Cruz de la Victoria" (Alfonso III, 908), y en los mencionados epigramas fundacionales, de los que sólo uno -el del alcázar real de Oviedo-, manifiesta dedicación por Alfonso III y su esposa Jimena, siendo los restantes, apócrifos.

«Signum Salutis» sobre la "Puerta Rutilante" (hipótesis), entrada principal al recinto de San Salvador de Oviedo. «Signum Salutis» sobre la puerta del Real Alcázar de Oviedo. «Signum Salutis» en el frontón del Edículo de Foncalada. «Signum Salutis» en la leyenda del Edículo de Foncalada.