Cabujón

Se denomina de este modo el resultado de trabajar las piedras, preciosas o semipreciosas, por pulimentado, en vez de por tallado, resultando una superficie de relieve elipsoidal.

Se trata de la técnica más utilizada por los orfebres en la Antigüedad, alcanzando gran maestria en su utilización los joyeros romanos, continuándose con su utilización, por influencia de los talleres imperiales bizantinos, durante toda la Edad Media.

Cabujones en el anverso de la "Cruz de los Ángeles". Seleccione un elemento en la cruz o continúe la presentación para examinar cada zona en detalle. Detalle de cabujones de talla elipsoidal: brazo superior. Detalle de cabujones de talla elipsoidal: brazo inferior. Detalle de cabujones de talla elipsoidal: brazo derecho. Detalle de cabujones de talla elipsoidal: brazo izquierdo. Detalle de cabujones del disco central. Brazo superior Brazo inferior Brazo derecho Brazo izquierdo Disco central

Calzada Romana

La calzada (camino ancho y "calzado", esto es, cimentado), constituía la base del sistema orgánico de comunicaciones del Imperio Romano. Se caracterizaban por su elevado nivel técnico, tanto de trazado, como de ejecución, permitiendo el tránsito rápido de cargas pesadas. Su anchura oscilaba entre los 4,5 m de las vías secundarias, hasta los 8 m de las consulares. Su cimentación variaba entre 0.5 y más de 1 m, según la calidad del terreno, y se constituía de 3 capas: la inferior, de piedra gruesa ("Estatumen" o "Herisson"), otra intermedia, de material más menudo ("ruderatio", o "emplacton", y la de rodadura, constituida por gravas de grano fino.

En Hispania había unos 9.000 Km de vías principales, y más de 20.000 de secundarias. En Asturias está pendiente de abordar su estudio sistemático, que permita dilucidar las numerosas cuestiones pendientes, lo que contribuiría en gran medida a esclarecer numerosos problemas históricos, de alcance regional, no resueltos por ahora.

Elementos y estructura de una calzada romana. Corte transversal.

Camafeo

Se denomina de este modo a todo relieve obtenido de una piedra preciosa, caracterizándose por la presencia de vairados colores y delicadas figuras.

Para ello, se suelen utilizar piedras caracterizadas por la presencia de capas de diferentes colores -como las ágatas, el ónice, sardónice, etc.-, de modo que, rebajando convenientemente la primera capa, se tallaba la figura, quedando la segunda, de otro color, como fondo de la pieza.

Constituyendo estas piezas el elemento central y más sobresaliente de joyas personales, no resulta extraño su atesoramientoión en época bárbara, yendo a parar a manos de las élites aristocráticas, que las engastaban profusamente en las cruces por ellos donadas como preseas sagradas a las iglesias por ellos fundadas, en las que cumplían, una vez más, su función de elementos sobresalientes, asociados, junto al resto de las gemas de la cruz, a un simboilismo numerológico asociado a la interpretación de las escrituras.

Camafeos romanos reaprovechados. Anverso de la "Cruz de los Ángeles". Seleccione una zona en la cruz o continúe la presentación para examinar los camafeos en detalle. Camafeo s. II –III d. C. representando a Methe o Hebe descansando (Salcedo Garcés). Camafeos. II d. C.  representando la "Piedad de Eneas" (Salcedo Garcés). Camafeo s. I d. C. representado una escena bucólica báquica (Salcedo Garcés). Methe o Hebe descansando La "Piedad de Eneas" Escena bucólica báquica

Campanile - Campanario

La costumbre cristiana de llamar a asamblea mediante el tañido de campanas se remonta al s. V de nuestra Era. Numerosos autores sostienen que la existencia de torres anexas a los templos cristianos es anterior a su uso como campanarios, asociándose con una función defensiva, cual era la guarda de los ornamentos del templo (Thesaurum ecclesiae). Con todo, los primeros ejemplos de torre asociados al uso de campanas se remontan al siglo VII (San Apolinar el Nuevo, Ravena), en el ámbito de la arquitectura tardo-romana y paleobizantina de Italia.

En en ámbito del imperio occidental cristiano siempre fue preferida la fórmula de la espadaña para la generalidad de los templos ordinarios, aunque existen ejemplos probables en la arquitectura pre-carolingia desde finales del s. V (San Martín de Tours), y documentados con seguridad en el carolingio pleno a partir de finales del s VIII, siendo identificable el hecho de la existencia de torres campanario, situadas en el cuerpo occidental de las mismas, con el grado de monumentalidad exigible a las Iglesias Catedrales o a los importantes templos de los enormes complejos monásticos erigidos por entonces.

De hecho, en el ámbito del Reino de Asturias, sólo conservamos como ejemplo probable de campanario el de la iglesia de Santa María de Bendones, asociada a una villae existente en el s. IX, es decir, a un monasterio propio o familiar. Consta documentalmente que la iglesia Catedral de San Salvador de Oviedo disponía de un campanario "sobre la tribuna", presumiblemente situada sobre el pórtico occidental, pero ignoramos si éste adoptaba la forma de torre o se trataba de una espadaña, más o menos desarrollada.

Probable campanile de Santa María de Bendones (s. IX, Oviedo). Vista desde el SE. Probable campanile de Santa María de Bendones (s. IX, Oviedo). Vista desde el SO. Campanile paleobizantino de Santa María Maggiore alla Pietrasanta (s. VII, Nápoles)

Cancel

Un cancel (del lat. cancelli-orum, balaustrada, verja, cierre), es un elemento individual de un cierre, articulado, que, en las basílicas romanas, se disponía ante el ábside sede del tribunal, para separar a los jueces del público asistente a los juicios.

En las basílicas cristianas, estos cierres se disponían ante el presbiterio, para separar al clero celebrante del pueblo fiel, y a la entrada de las capillas, para realzar el carácter sacro de la sede del altar eucarístico.

Conjunto de cancel: lecho y barrotera tallados y tablero calado. Procedencia: San Miguel de Liño. Canceles menores a la entrada del santuario de San Miguel de Liño. Cancel denominado "del grifo", por la talla de dicho ser mitológico en el anverso de su tablero. San Miguel de Liño. Cancel del Grifo, reverso. Tablero tallado con palmetas. San Miguel de Liño.

Capilla

(Bajo lat., capella). Una capilla es la parte integrante de una iglesia con altar y advocación particular. Desde los primeros tiempos del Cristianismo oficial, esto se asociaba a las fundaciones de altares sufragadas por particulares en las grandes basílicas, frecuentemente con fines funerarios, pero situadas en edificaciones singulares, aunque anexas al edificio principal de la iglesia, lo que las diferenciaba del ábside, que albergaba el altar. Con la multiplicación de altares propia de los templos monásticos, se multiplicó el número de capillas concebidas arquitectónicamente para albergar los mismos, lo que ocurrió ya en tiempos altomedievales (ss. VII y posteriores), lo que produjo la indiferenciación semántica entre altar y capilla (refiriéndose los textos cronísticos al primero, obviando su marco arquitectónico), produciéndose además la equiparación litúrgica, en numerosas ocasiones, entre altar mayor y menores, al contar los templos con numerosas advocaciones antes las que se podía celebrar misa.

En tiempos posteriores, con el enriquecimiento general de la sociedad, retornaron a los templos numerosas fundaciones particulares que individualizaron sus capillas con impresionantes marcos arquitectónicos, diferenciando semánticamente el altar mayor, en referencia a su marco arquitectónico, como capilla mayor.

En el Reino de Asturias nos encontramos en el contexto de indiferenciación semántica entre altar y capilla, pues el marco arquitectónico se obviaba, refiriéndose a las advocaciones de los templos como "altares" (Ciclo cronístico de Alfonso III).

Sin embargo sabemos que dichos altares se encontraban contenidos en un ábside único (San Tirso), tripartito (Santa María del Rey Casto, Santullano), o incluso en batería, con seis altares a cada lado del altar principal, contenidos en varias capillas, como las que formaron parte del "Bis Sena", o "dos veces seis" altares de la primitiva Catedral de San Salvador de Oviedo, de la que existen claros indicios documentales que indican que a finales del s. XIV aún conservaba su cuerpo absidal primitivo.

Basílica de San Tirso. Altar en la capilla del ábside único, y probable capilla en la nave lateral norte. Iglesia de San Salvador. Altares en batería, ubicados en capillas simétricas a la del altar mayor. Iglesia de Santa María. Cuerpo absidal compuesto de tres altares en sus respectivas capillas, esquema clásico de los edificios basilicales del Prerrománico Asturiano. Iglesia de Santullano, donde se destaca una de sus capillas.

Capitel

Parte superior de la columna, situada sobre el fuste que recibe el entablamento (viga de apoyo del tejado de un edificio), en la que se concentra la decoración de aquella.

En la arquitectura del Reino de Asturias, los capiteles-imposta de los pilares y pilastras siguen, algunas veces con notable calidad, los cánones del orden romano-toscano, tratándose de piezas talladas ex-profeso para los edificios. Al tiempo se producen piezas de plástica e influencia bizantinas, pero creación original astur, como los capiteles facetados de las pilastras de Santa María de Naranco.

En cuanto a los capiteles de las columnas ornamentales (de arquerías ciegas, arcos de triunfo y ventanas articuladas), son evolución de los órdenes corintio y compuesto de la arquitectura romana, tratándose,-en los mejores ejemplares- directamente de piezas tardoantiguas o visigodas reaprovechadas. Las piezas talladas en Asturias se caracterizan, en sus inicios, por ser copias más o menos toscas de aquellos. Los capiteles tallados "ad hoc" para los miradores de Santa María de Naranco, copia libre de modelos corintios romanos se pueden considerar, a este respecto, como el inicio de la plástica escultórica altomedieval hispana.

Esta nueva plástica culmina, a partir de la segunda mitad del s. IX con creaciones originales (aunque de clara influencia bizantina), como los capiteles troncocónicos de hojas lanceoladas de San Salvador de Valdediós y Priesca.

Los capiteles asturianos, aunque bastante heterogéneos entre sí, presentan caracteres comunes, como el frecuente uso del sogueado en el collarino; la esquematización geométrica en la talla de las hojas, con presencia en las mismas de un grueso nervio central; la existencia de un ábaco muy esquemático, prismático, carente de articulación, y decorado con entrelazados o motivos geométricos muy esquematizados.

En las exploraciones arqueológicas realizadas con ocasión de la renovación de las cubiertas de la capilla del Rey Casto y capilla de los Vigiles, apareció, embutido en la cornisa de aquella, un capitel-imposta de pilastra, de traza toscana y de gran calidad de ejecución, perteneciente al remate escultórico de una pilastra adosada en los extremos de la nave, o que formaba parte de un arco diafragma.

Los capiteles que rematan los haces de columnas en las arquerías ciegas del salón y el interior de los miradores de Santa María de Naranco, son creación genuinamente asturiana, y representan -en sendos campos conformados por arquerías y triángulos isósceles sogueados- animales afrontados y personajes hieráticos ataviados con vestiduras talares. La inspiración iconográficas es mixta, correspondiendo los animales a la iconografía usual de los tejidos de lujo sasánidas, mientras que la de los personajes tiene perfecta explicación en el ámbito occidental cristiano.

Capitel facetado con representaciones figurativas de felinos y figuras humanas. Santa María de Naranco. Capitel–imposta entrego de la iglesia de Santa María, en Oviedo.
Capitel entrego de tipo corintio. Santa María de Naranco. Explicación de sus elementos. Ábaco Cesto Collarino

Catedral doble

Se plantea como tipología arquitectónica propia de los conjuntos episcopales, a partir de la identificación de iglesias gemelas de Aquileia y Salona, a inicios del s. XX (Lanckoronski, Niemann, Swoboda, 1906; Gerber, 1912; Gnirs, 1915; Egger, 1916; Dyggve, 1933), continuándose el desarrollo de sus postulados a través del estudio del núcleo de catedrales altomedievales lombardas documentadas en los siglos IX y X: Milán, Pavía, Bérgamo, Brescia (Krautheimer, 1936).

Afirma que la Catedral está formada generalmente por dos iglesias principales: una consagrada a un mártir, destinada a las celebraciones festivas, y otra a Santa María, que sería la destinada a la liturgia diaria, parroquial. El problema historiográfico gira en torno a la causalidad de esta tipología, poniendo unos autores en relación prácticas litúrgicas y climatología (el propio Krautheimer), decantándose otros por un origen centrado en la práctica litúrgica estacional (Hubert, 1951), detectando numerosos casos en Francia: Frejus, Gap, Grasse, Marsiglia, Venasque, Nimes, Avignon, Albi, Lyon, etc. A partir de las tesis de Hubert, se desarrolla el estudio de las fuentes litúrgicas, tomándose conocimiento a través de ellas, de las advocaciones más usuales de las iglesias mayores: a las reliquias de los Apóstoles, de la Santa Cruz (Kempf, 1953), y de la evolución de estos grupos episcopales hasta desembocar en la catedral gótica clásica (Lehmann, 1962).

Basándose en la dificultad de la determinanción de su causalidad, ciertos autores afirman actualmente la inexistencia de la tipología, incurriendo en un claro prejuicio argumental, pues la dificultad en la definición del concepto tipológico, puesta de manifiesto en la exposición de la polémica más arriba expuesta, no impide la probable existencia objetiva del modelo, basada en otras pruebas objetivas, como expondremos a continuación.

Este modelo, arraigó en Italia y en la Galia a partir del siglo IV-V de nuestra era, y se encuentra presente también de modo indudable en la Catedral Ovetense, que estuvo constituida por la Basílica de San Salvador, destinada probablemente al culto festivo, y la de Santa María, destinada al ordinario. Bien estudiado desde antiguo por numerosos autores en Italia y la Galia, fue asociado por primera vez a la sede ovetense por García de Castro (G. de Castro, 2000).

Los argumentos objetivos que aseguran la pertenencia del conjunto episcopal ovetense al citado modelo organizativo religioso son:

Planta de las iglesias gemelas del grupo episcopal de Aquileia (Italia), siglos IV – V d. C. Planta  de las iglesias gemelas del conjunto episcopal de Genève (Francia). Evolución entre los siglos IV – V. Planta del conjunto episcopal Ovetense a mediados del s. IX. Iglesias del conjunto episcopal ovetense desde el NO, en su hipotética situación en el último cuarto del s. IX.

Celosía

Cierre que se colocaba en las ventanas, tanto para proteger el interior de las estancias de la acción de la intemperie, como para tamizar, atenuándola, la luz que penetraba en el interior de las mismas. Se utilizaron profusamente desde época romana, tanto móviles, sobre todo de madera, como fijas, talladas en piedra o mármol.

En época asturiana, conocemos dos tipos: las elaboradas a molde, en mortero de cal o estuco, reproduciendo motivos cruciformes o geométricos sencillos; y las caladas en piedra, que alcanzaron a veces extraordinaria complejidad en su talla, como las de San Miguel de Liño, San Salvador de Valdediós, o San Andrés de Bedriñana.

Celosía de paneles de estuco a molde. Iglesia de Santullano. Celosía de piedra calada de la iglesia de San Miguel de Liño. Celosía de piedra calada. Nave lateral de San Miguel de Liño. Reconstrucción de una celosía de piedra calada a partir de un fragmento. Iglesia de Santa María de Oviedo.

Cisterna

Ver aljibe.

Claristorio

En las basílicas paleocristianas, al igual que anteriormente en la basílica civil y en el aula romana, la nave central se sobreeleva respecto a las laterales, para permitir que en los muros situados sobre los pilares o columnas de separación de las naves se abran grandes ventanas, que garantizan la iluminación del edificio.

Este esquema constructivo se vincula con la arquitectura clásica y la cubierta de madera, a dos aguas, de las grandes basílicas públicas de los foros de las ciudades romanas.

Vista del probable claristorio de San Salvador de Oviedo. Vista del probable claristorio de Santa María de Oviedo. Vista del claristorio de San Miguel de Liño, situado en las naves laterales.

Columna

Elemento estructural de soporte vertical de los edificios, generalmente cilíndrico. utilizada ya por los egipcios, la columna llega a su apogeo en la época clásica grecorromana, con el establecimiento de los órdenes canónicos de las mismas: dórico, jónico, corintio y compuesto.

La columna consta de tres partes:

Columna de la arquería ciega absidal de San Miguel de Liño. Seleccione un elemento para consultar su ficha. Capitel Fuste Basa
Disposición de varias columnas en la planta original de San Miguel de Liño.

Contrafuerte

Elemento constructivo utilizado profusamente en la tardoantigüedad y la Alta Edad Media, consistente en apuntalar el muro a trechos mediante estribos de fábrica engarjados con el mismo, proporcionando apoyo adicional, y cumpliendo además la función estética de proporcionar ritmo a la construcción.

Pese a esta función estructural, la arqueología ha demostrado que, en la arquitectura del reino de Asturias, salvo en ejemplos contados, como Santa María de Naranco, la mayoría de las veces primaba en su utilización la función ornamental.

Muro articulado mediante contrafuertes. San Miguel de Liño. Muro articulado mediante contrafuertes. Cámara Santa. Estructura constructiva articulada mediante contrafuertes. Santa María de Naranco. Muro articulado por contrafuertes. Dependencia catedralicia. Lado S de San Salvador. Detalle de un contrafuerte en la iglesia de Santullano.

Cripta

En los edificios funerarios y en los templos, dependencia situada en el nivel más inferior, o incluso subterráneo de los mismos. Inicialmente de uso funerario, la llegada a Roma de los cultos orientales (principalmente los cultos Mitraicos y Gnósticos, que precisaban ambientes en penumbra para sus ceremonias iniciáticas), propició la abundancia de santuarios subterráneos, aunque su uso funerario nunca decayó, como lo prueban los numerosos panteones edificados por las familias de mayor capacidad económica, de donde el modelo pasó a los tiempos altomedievales, con funciones tanto funerarias como cultuales.

En los edificios altomedievales del Reino de Asturias, las criptas existentes no son de tipología subterránea, sino que reciben dicha denominación las dependencias situadas en la planta baja abovedadas de ciertos edificios cultuales (Cámara Santa), o, en principio, civiles (Santa María de Naranco), cuyos prototipos los encontramos, en los mencionados edificios funerarios, de dos plantas, de las familias acaudaladas romanas, situados extramuros de las ciudades, en los que la cripta se destina a los usos funerarios, mientras que en la planta superior se ubica el oratorio.

Sí existe, sin embargo, en Oviedo, un ejemplo de posible cripta funeraria, o quizás martirial, subterránea, situada en la zona E de la actual iglesia de San Pelayo. La dependencia, excavada someramente durante la restauración posterior a la destrucción producida por los sucesos revolucionarios y sublevación militar de los años 1934 y 1936, constaba al menos de un acceso desde el O, presumible presbiterio de la primitiva iglesia de san Juan Bautista, de unos 0.75 m, que desembocaba al E en una primera cámara, de unos 2 m de anchura, que doblaba de nuevo en dirección N, con una anchura de 1.25 m, para desembocar, posiblemente, en una nueva cámara, inexplorada. Dicho modelo -de deambulatorio o pasillo-, de inspiración claramente paleocristiana, existe en iglesias de Italia, Las Galias, y, muy similares a esta, en los reinos sajones de inglaterra (Hexam, Ripon), con una cronología para estas últimas que las sitúa en el último cuarto del s. VII.

Capilla funeraria en el bajo de la Cámara Santa de Oviedo, construida a modo de cripta. Cripta central del piso bajo de Santa María de Naranco. Posible dependencia balnearia. Cripta semisubterránea en la iglesia de San Juan Bautista (Oviedo). Probable dependencia martirial