Basílica de Santa María

Reseña histórico-artística

En un principio constituía la basílica episcopal de la catedral doble ovetense, destinada a albergar el culto diario.

Posteriormente, modificó, en parte, su función litúrgica, al acoger, tras una reforma realizada en el propio s. IX, el panteón del rey fundador, Alfonso II, y, a continuación, el enterramiento de muchos de sus sucesores hasta Alfonso III.

Evolución histórico-constructiva de Santa María de Oviedo. Evolución histórico-constructiva de Santa María de Oviedo.

Se estructuraba en tres naves, separadas por dos arquerías formadas por seis arcos de medio punto sobre pilares cuadrados, seguramente de esbelto alzado, rematados en capiteles-imposta de elegante factura (de los que cinco tenían salida a la nave central, y el sexto al transepto tripartito), con claristorio sobre la nave central, y tres santuarios en el ábside, interponiéndose entre ambos cuerpos un transepto, posiblemente no continuo, para facilitar la circulación del clero celebrante. Se cubría mediante armadura de madera, a dos aguas en la nave central, y a un agua en las laterales, excepto en la cabecera, donde los tres santuarios se cubrían con bóvedas de cañón, realizadas en piedra toba.

Sus dimensiones, repetidas en la actual Capilla del Rey Casto, eran de unos 32 m de longitud, 16 de anchura, y 18 de altura máxima, compartiendo sistema de proporciones con edificios como Lillo y Valdediós.

Históricamente sufrió varias reformas, como la documentada en las Actas Capitulares de la Catedral, en el s. XVII, consistente en el cambio del pavimento original de "opus signinum" por un enlosado de caliza.

Fue derribada a principios del s. XVIII, debido a que presentaba un grave deterioro, siendo sustituida por la actual capilla del Rey Casto.

Planta de la iglesia de Santa María de Oviedo.